
La libertad finalmente serpenteaba en el aire y se disolvía, huía sonrosándose hasta el púrpura, extendiéndose majestuosa rozaba mis pasos, cosquilleándome, marcándome, enjugando mis grilletes, fundiéndose con mis cadenas. Un latido, un baño helado estremece mis entrañas y luego nada.
Extender mis brazos y dejarles todo el peso, caer y llorar y sonreír, sentir todo en un parpadeo, apagarme y culminar completamente esta condena.
¿De que ha servido buscar la redención de este humo envuelto por mi piel, si nunca podría dejar la dependencia esta frágil y pesada envoltura de cristal?
He absuelto mi existencia de la tuya, pero tu recuerdo seguirá aturdiendo mis momentos de quietud, de fugaz independencia y aunque yaces muerto, aún te aferras y me aprisionas desde adentro. Nunca estarás tan vivo como ahora. Mi problema, mi tortura, yaces majestuoso ante mi impotencia, te jactas de mi ofuscación… ¿que será de mí, de ti y de nuestro juego esclavizante? Otra ráfaga terminará mi sometimiento, este instante. Me bautizaré desde mis entrañas y con fuego reclamaré manumisión.
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