28 diciembre 2008

Si la muerte cayera del cielo...


Aquello pudo ser no más que una anécdota hilarante, pero su carácter fue siempre dominado por pensamientos trágico.
El miedo a volar es una variante del natural miedo a la muerte y una vez que supo el avión estabilizado en el aire, tuvo que levantarse al sanitario. Estando allí dentro pensó en lo grotesco que sería la aparición de su cuerpo destrozado en el sanitario tras un funesto accidente aéreo.
Comenzó la algarabía y se aceleró su corazón. Pero durante la turbulencia oyó un par de niños gritando de alegría con tremendas risotadas, entonces se dio cuenta que el miedo no es necesariamente concubino de los años.

Durante su infancia, viajando con sus padres, atravesaron por una bolsa de aire y la inestabilidad fue acaso ligeramente más severa que la que en ese momento padecía y desde aquel día lo invadió el miedo a la muerte. Fue ese el primer enfrentamiento del niño con lo inevitable.

En este momento, el júbilo de los chiquillos ante la anormalidad del vuelo, le hace dudar que fuera debido al gran temor de que era preso, que percibiera angustia en algunos otros pasajeros de aquel vuelo.
Sin embargo ahora, su vista en la ventanilla, no siente miedo; nunca como hoy ha estado tan tranquilo, mientras disfruta ir suspendido sobre aquel mar de vapor, con albas crestas esponjosas, que por momentos descubren aquel collage de rectángulos verdes y de plastas de maché. Tan lejano, tan ajeno a él toda aquella miniatura que se dibuja debajo de sus pies.
La muerte es la compañera más constante, solo espera y él la espera, ni con fervor ni con angustia, si no como quien espera un vuelo.

20 diciembre 2008

En un mundo ideal…



Una burbuja de cristal encerró un día un pequeño mundo de felicidad y armonía. Sus únicos habitantes; una muñeca de trapo y un hombre de plastilina. En medio de la burbuja se encontraba una isla en donde ellos vivían. Se sentaban por las tardes en el centro de la isla, conversaban de sus vidas pasadas mientras el atardecer los cubría, admiraban las estrellas sin hablar, amaban la belleza, un haz luna era quien se encargaba de esconder sus sonrisas.


La burbuja era enorme de un brillo verde claro, cuando amanecía, la muñeca de trapo caminaba sin cesar buscando las respuestas de la vida, mientras el hombre de plastilina se escondía en una esquina afanoso en sus recuerdos, cerraba los ojos para que la brisa se llevara un recuerdo más perdiéndolo en el aire del olvido. Así pasaron los días, ella buscando sus respuestas, él extraviando recuerdos, encontrándose al caer la tarde para despistar anhelos.


No recordaban cómo se aislaron en la burbuja, aún así la adoraban por haberlos aprisionado un día. Su primer encuentro ocurrió cuando la muñeca escuchó una cálida voz proveniente de un sueño lejano, entonces buscó la mirada de aquella voz, sin quererlo tropezó un día con el dueño, era el hombre de plastilina. Fue así, la noche en la que se encontraron, la muñeca lo encontraba sin querer cada tarde, se acostumbraron a las soledades de ambos, entonces coloreaban la felicidad de tonos pasteles, de francos proverbios tintados de palabras desconocidas, de historias fantásticas y al final la noche se marchaba en silencio.


La muñeca dijo una mañana al despertar: será de verdad ideal?, él no respondió la pregunta, la atrapó en el aire y se la pegó al cuerpo hasta que penetró en su interior, anidándose en un lugar perdido, entonces sus ojos de plastilina brillaron, observó en ella algo desconocido: su mirada de trapo que reflejaba su propia voz, aquella voz cálida de ensueño. Entonces entendieron que a partir de ese día llevarían eternamente la huella del otro, un calor frío invadió sus labios y sus manos se tomaron para seguir juntos un mismo camino.


Nunca antes se habían sentido así, aquello hacía que la burbuja cambiara de colores, conocieron la lluvia y las tempestades, a veces se preguntaban qué eran aquellos sentires, no había respuesta, pues desde que llegaron a la burbuja y sus miradas se encontraron, olvidaron, olvidaron todo. Después de días armoniosos alguna fuerza extraña juntó sus labios de hilo con los de él de plastilina, entonces un vacío llegó a ellos, la realidad les cayó encima, sin previo aviso sintieron dolor, no podían amarse, no eran humanos.


Una perla se quedó en la carita de la muñeca, mientras él cristalizó el dolor en una nube azul, siguieron caminando, pretendiendo que aquello no había ocurrido: su felicidad utópica de un amor imposible. Evitaron encontrar sus miradas sin soltar sus manos, "el amor entra por los ojos", la mirada refleja el alma y entonces el alma se enamora estúpidamente sin saber el por qué. Nunca hablaron de ésto, dieron miles de vueltas en su burbuja para evitar sufrir de nuevo.


01 diciembre 2008

Santa Clauss y la píldora mágica del día después...



Pues... ¿qué tal con este gordito fogoso y degenerado, eh?
Finalmente, el ícono navideño de múltiples seudónimos se une a una campaña mejor intencionada que el consumismo desmedido y los refrescos de cola: la planificación familiar.

"La píldora debería estar en los botiquines, igual que la aspirina", dicen los responsables, British Pregnancy Advisory Service.

Esta es la imagen publicitaria -muy sugerente y original, por cierto- que utiliza una agencia de planificación familiar en Reino Unido para promocionar la mornig after pill, o sea la
famosísima y ampliamente conocida de todos pastilla del día después, debido al alarmante número de abortos registrados en aquellas latitudes. La intención es exhortar a las mujeres a que se cuiden durante esta temporada de fiestas.
Lo polémico de la imagen es que algunos opinan que más bien alienta a la sexualidad desmedida - ¡uyuyuy! - e irresponsable (las palabras fueron:
fuel promiscuity) y al contagio de las temidas ETS.
¿ustedes qué opinan?
Pueden encontrar más al respecto aquí y acá.